La Asociación Internacional de Asistentes Virtuales (IVAA) define al asistente virtual como un profesional independiente que brinda servicios administrativos, creativos y/o técnicos utilizando medios de comunicación de tecnología avanzada. Un Asistente Virtual profesional asiste a sus clientes en el área de la cual es experto desde su propia oficina, enmarcando los servicios en un acuerdo contractual.
En nuestras propias palabras: es una persona que hace un poco de todo utilizando medios de comunicación avanzada (es decir, online, en internet) desde el área de la cual es experto, desde tu propia casa o desde donde te apetezca.
La figura más similar a la que podríamos compararla es la de administración o secretariado, que casi todas las empresas tienen porque son perfiles con tareas y conocimientos muy variados.
A nosotros nos gusta compararnos con la “chica para todo” que hay en todas las oficinas. Te contesta al teléfono como te cuelga un cuadro.
En la definición, queremos destacar profesional independiente.
Nuestra relación con el cliente en este caso no es una relación empleado-jefe (tú me dices lo que hacer, y yo obedezco), sino que tenemos que tener muy claro que un asistente virtual freelance es su propio jefe: toma sus propias decisiones y puede decir que no a lo que quiera.
Es decir, tenemos poder de negociación sobre qué tareas aceptar, sobre cómo hacer esas tareas…
Es importante recalcarlo, porque mucha gente que decide empezar a trabajar como asistente virtual sigue con la mentalidad de empleado-trabajador, asumiendo ciertos roles y convirtiendo la relación con el cliente en una relación tóxica: no poner límites o condiciones, por ejemplo, y luego no saber salir de la situación. Así que es muy importante que tengamos claro que somos profesionales independientes, que nuestra empresa y que nosotros decidimos.
La primera gran decisión que hay que tomar (a parte de lanzarse al emprendimiento) es la de con quién trabajar (y con quién no). Es decir, decidir a nuestros clientes.
Es cierto que cuando empezamos, decimos que sí a todo. Pero a veces no te pagan lo suficiente, la relación no es nada buena, o el trabajo que te delegan no es de tus favoritos, y tienes que a acabar diciendo que no.
Con el tiempo, consigues identificar esas banderas rojas que te hacen rechazar a un cliente desde el principio.
No solo no “acatamos órdenes”, sino que aportamos valor, cosa que nos parece importante recalcar: aunque hay mercado para todos los asistentes virtuales, al final del día con quien se quedan los clientes son con quien más cómodos estén, y sobre todo con quien más valor aporta. No es tanto tener conocimientos de todo como tener una actitud totalmente proactiva, aportando tu experiencia.
Como última reflexió, nos gustaria hacer hincapié en un concepto muy importante: el concepto de “delegar”.
Delegar en un negocio es fundamental. Cualquiera que haya montado un negocio sabe que si no delega está condenado al fracaso.
Esto puede verse desde el punto de vista de un emprendedor que necesita ayuda con su tarea, y también puede verse desde el punto de vista de un asistente virtual ya que, como hemos dicho antes, hay mercado…
Y no solo eso, sino que hay muchísimos campos de experiencias: hay asistentes virtuales muy enfocadas a la atención al cliente, responder a los emails… Hay asistentes incluso que tienen el propio teléfono de la empresa y contestan desde su casa el teléfono… O incluso la parte más técnica, webs, diseño, hostings…